La final de un mundial, desde el encierro, se vive de la misma forma que afuera: con angustia, con miedo, con nervios, con alegría, con certezas e inseguridades, con esperanza, pero sobretodo con amor; porque si hay algo que nos hermana es el amor por nuestros colores.
Así vivimos esta final inolvidable que nos dejaron los campeones del mundo en el Penal N° 1 de Resistencia.
Nos unen los mismos sentimientos.